El impulso de la ilustración coruñesa actual

Henrique Torreiro

30 Oct, 2017

Tags: ilustración, obra gráfica, cómic, animación, autodidactismo, creatividad

Es evidente el potencial numérico de la ilustración coruñesa, pero también el destacabilísimo nivel de la obra gráfica que ofrece. Aunque resulte tópico, una de las formas de objetivar esta segunda afirmación está, precisamente, en la cantidad de estos y de estas profesionales que están triunfando en mercados internacionales muy exigentes, en cualquiera de los ámbitos (desde la ilustración entendida en su concepto más tradicional hasta el cómic y la animación). A Coruña es hoy uno de los focos de atención de la ilustración. Tanto es así que incluso hay unos cuantos ejemplos importantes de autores y autoras venidos no solo de otras partes de Galicia, sino del resto del Estado.

Si nos preguntamos el porqué de esta vitalidad, lo que está pasando en A Coruña se enmarca en un proceso general en esta parte del mundo, especialmente en el ámbito peninsular y estatal. En muy pocos años, dejamos atrás un estado de cosas en que no solo era que la ilustración fuera una manifestación cultural casi desconocida socialmente, sino que sus propios profesionales vivían aislados sin tener una conciencia real de grupo. Por eso no es exagerado decir que uno de los factores de cambio fue la creación, a comienzos de este siglo, de la Asociación Galega de Profesionais da Ilustración. A esto hay que añadir, naturalmente, la existencia de internet y, con ella, de las redes sociales. El contacto con otros miembros de la profesión fue haciéndose progresivamente más amplio, y este factor también explica parcialmente los mayores conocimientos técnicos, con el intercambio de consejos a través de foros electrónicos, y el fácil acceso a páginas y vídeos explicativos de las más diversas formas de producir ilustraciones; el autodidactismo es cada vez más relativo. Con todo, a este respecto la importancia de las escuelas de arte y las facultades de bellas artes es innegable. Es difícil explicar si la relación concreta de este hecho con la explosión creativa que vive la ilustración responde a una focalización generalizada de los intereses personales en una fórmula de «arte aplicado y autoral», si la creatividad antes se canalizaba de otras formas o si es que ahora realmente hay más creatividad. Sin embargo, la crisis económica tuvo seguramente también algo que ver, como contrapartida de todo lo negativo que trajo consigo: ante la imposibilidad real de ejercer algunas profesiones antes consideradas económicamente seguras, se abrió para muchas personas la posibilidad de dedicarse —o por lo menos intentarlo— a aquello que realmente las motivaba y que en otras circunstancias no se habrían atrevido a probar.

Lo cierto es que la valoración de todo lo gráfico está hoy, afortunadamente, en auge en nuestra sociedad, como resultado de una serie de piezas que han ido engranándose paulatinamente. Algunos cambios que ya se perciben en la sociedad parecen difíciles de deshacer. La ilustración ya no está ligada solo a la literatura infantil, y tiene, por lo menos en parte de sus manifestaciones, cierto status de «arte mayor». Siguiendo la estela de la creciente aceptación social del cómic bajo la etiqueta de «novela gráfica», cada día es más común el libro ilustrado concebido directamente para público adulto. La animación comenzó a ser también un medio de expresión dirigido a públicos de todas las edades, y sus modos de producción permiten abordar proyectos sin necesidad de inversiones exorbitadas. Aparte de eso, la ilustración de autor llega también al textil y al diseño de producto, y refuerza su presencia en prensa tradicional y digital, al tiempo que los ilustradores son cada vez más agentes activos en la producción de sus obras, y no solo receptores de encargos. Ojalá además las condiciones económicas de la profesión de ilustrador mejoren para que todos los logros de estos años puedan asentarse de forma definitiva.